miércoles, 18 de marzo de 2015

Una pequeña historia que nos sitúa en el mapa



Hace más de mil años, en medio de altas cumbres de caliza, verdes montañas, frondosos bosques, caudalosos ríos, lagos, fuentes, cascadas, árboles frutales, brañas, inmensas praderías…surgió un reino que tuvo doce reyes...Asturias. El vetusto reino, hoy Principado, lleno de sorpresas, de historias, de leyendas, de seres mitológicos, y de tradiciones acaricia la mente y la imaginación del viajero…

Bosque de Bolao en Selva Asturiana

Un lugar mágico en el que las xanas pueden hechizarte y entonces nunca podrás olvidarlo.


Los restos más antiguos de presencia humana en Asturias tienen alrededor de 200.000 años y corresponden al neandertal de Sidrón. Asturias no tuvo más nombre que este, sus habitantes fueron llamados astures y su capital Astúrica Augusta. 


Perfil de la costa desde el Paseo de San Pedro (Llanes-Asturias)
Un mundo a orillas del mar Cantábrico resguardado por la Sierra del Cuera, entre el mar y la roca duerme la pequeña historia de un lugar que la memoria sitúa en pasado y quiere resurgir de su letargo.



Para llevarlo a cabo queremos procurar, en todo momento, ser fieles a las peticiones del espacio dentro de lo que se denomina Turismo de Naturaleza; “Aquel que tiene como principales motivaciones la realización de actividades recreativas y de esparcimiento, la interpretación y/o conocimiento de la naturaleza, con diferente grado de profundidad y la práctica de actividades deportivas de diferente intensidad física y riesgo que usen expresamente el medio natural de forma específica, garantizando la seguridad del turista, sin degradar o agotar los recursos.”


Superficie del "Pozu de la Mina" en Bolao (Selva Asturiana)
Sobre el trazo verde del mapa, se indica la posición de una "mina de hierro",  el famoso "pozu de la mina", año de 1943. " Otro día habíamos caminado hasta la mina de hierro. Recuerdo, aunque vagamente, el pozo de color rojizo y con pequeñas lagunas de aguas azuladas donde se reflejaba la abundante fronda. Las vagonetas en una vía muy estrecha esperaban ser empujadas y una pared de norte a sur que partía el pozo en dos. A los lados de la mina se depositaba la tierra extraída formando montículos rojizos entre los que se hallaba la mena de pirita que por sus destellos dorados parecían de oro.(...) El sonido de la bomba que achicaba continuamente el agua del pozo, (...)  llenaba el ambiente de misterio mientras vertía al río un chorro de agua barrosa que anegaba el camino." 




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